Como Orar Por Una Persona Enferma
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La enfermedad puede ser una experiencia extremadamente estresante y aterradora. A menudo es aún peor cuando no eres la persona enferma. Mientras esperas que los médicos realicen las pruebas o te sientas al lado de la cama de tu ser querido, manteniendo una vigilia constante, a menudo te sientes impotente. Es poco lo que puedes hacer para cambiar la situación o para aliviar el dolor a la persona enferma.
Si la enfermedad es corta o prolongada durante años, la experiencia es agotadora. Los salmos ofrecen consuelo en medio de temporadas difíciles como estas, porque son las oraciones de las personas que están en peligro. Los escritores conocen la angustia y el sufrimiento, y también conocen al Dios que escucha sus oraciones. Los salmos son sus sinceros clamores a Dios por ayuda, por consuelo, por tranquilidad.
Señor Jesús, te agradezco el don de la vida. Tú conoces las personas y las circunstancias que me han formado ya sea física, emocional y espiritualmente. Ellas, y las más íntimas experiencias de mi mente y de mi corazón, me han hecho la persona que soy ahora.Perdóname, Señor, por todas las veces que te he fallado, por mi fallas contra mi mismo y los demás. Al mismo tiempo, perdono a todos los que me han fallado de alguna manera y me han herido.Ayúdame a ver que mi enfermedad tiene una parte muy importante en mi vida. Ella me ayudará a ser plenamente la persona que Tu quieres que yo sea. No permitas que yo pierda o desperdicie lo que Tu quieres hacer conmigo para hacer completa mi vida en esta tierra y para preparar mi vida contigo en el Cielo.Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy adolorido, cansado confundido). Te pido que aceptes cada uno de mis respiros como un acto de amor y de confianza en Tí.Tu eres mi Salvador. Yo quiero descansar sobre tu amante Corazón en la seguridad y en la paz, como un niño en los brazos de su padre. Yo sé que Tú no me abandonarás.Te amo, mi Señor, quisiera amarte como Ella te amó.Amén.
El anhelo de felicidad, profundamente radicado en el corazón humano, ha sido acompañado desde siempre por el deseo de obtener la liberación de la enfermedad y de entender su sentido cuando se experimenta. Se trata de un fenómeno humano que, interesando de una manera u otra a toda persona, encuentra en la Iglesia una resonancia particular. En efecto, la enfermedad se entiende como medio de unión con Cristo y de purificación espiritual y, por parte de aquellos que se encuentran ante la persona enferma, como una ocasión para el ejercicio de la caridad. Pero no sólo eso, puesto que la enfermedad, como los demás sufrimientos humanos, constituye un momento privilegiado para la oración: sea para pedir la gracia de acoger la enfermedad con fe y aceptación de la voluntad divina, sea para suplicar la curación.
También la primera evangelización, según las indicaciones del Nuevo testamento, fue acompañada de numerosas curaciones prodigiosas que corroboraban la potencia del anuncio evangélico. Ésta había sido la promesa hecha por Jesús resucitado, y las primeras comunidades cristianas veían su cumplimiento en medio de ellas: \"Estas son las señales que acompañarán a los que crean: (ÂÂÂ ) impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien\" (Mc 16, 17-18). La predicación de Felipe en Samaría fue acompañada por curaciones milagrosas: \"Felipe bajó a una ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque le oían y veían las señales que realizaba; pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaron curados\" (Hch 8, 5-7). San Pablo presenta su anuncio del Evangelio como caracterizado por signos y prodigios realizados con la potencia del Espíritu: \"Pues no me atreveré a hablar de cosa alguna que Cristo no haya realizado por medio de mí para conseguir la obediencia de los gentiles, de palabra y de obra, en virtud de señales y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios\" (Rm 15, 18-19; cf. 1 Ts 1, 5; 1 Co 2, 4-5). No es en absoluto arbitrario suponer que tales signos y prodigios, manifestaciones de la potencia divina que asistía la predicación, estaban constituidos en gran parte por curaciones portentosas. Eran prodigios que no estaban ligados exclusivamente a la persona del Apóstol, sino que se manifestaban también por medio de los fieles: \"El que os otorga, pues, el Espíritu y obra milagros entre vosotros, lo hace porque observáis la ley o porque tenéis fe en la predicación\" (Ga 3, 5).
Tanto el final del Evangelio de Marcos como la carta a los Gálatas, como se ha visto más arriba, amplían la perspectiva y no limitan las curaciones milagrosas a la actividad de los Apóstoles o de a algunos evangelizadores con un papel de relieve en la primera misión. Bajo este aspecto, adquieren especial importancia las referencias a los \"carismas de curación\" (cf. 1 Co 12, 9.28.30). El significado de carisma es, en sí mismo, muy amplio: significa \"don generoso\"; y en este caso se trata de \"dones de curación ya obtenidos\". Estas gracias, en plural, son atribuidas a un individuo (cf. Co 12,9); por lo tanto, no se pueden entender en sentido distributivo, como si fueran curaciones que cada uno de los beneficiados obtiene para sí mismo, sino como un don concedido a una persona para que obtenga las gracias de curación en favor de los demás. Ese don se concede in uno Spiritu, pero no se especifica cómo aquella persona obtiene las curaciones. No es arbitrario sobreentender que lo hace por medio de la oración, tal vez acompañada de algún gesto simbólico.
En la Carta de Santiago se hace referencia a una intervención de la Iglesia, por medio de los presbíteros, en favor de la salvación de los enfermos, entendida también en sentido físico. Sin embargo, no se da a entender que se trate de curaciones prodigiosas; nos encontramos en un ámbito diferente al de los \"carismas de curación\" de 1 Co 12, 9. \"Está enfermo alguno entre vosotros Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo levantará, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados\" (St 5, 14-15). Se trata de una acción sacramental: unción del enfermo con aceite y oración sobre él, no simplemente \"por él\", como si no fuera más que una oración de intercesión o de petición; se trata más bien de una acción eficaz sobre el enfermo.(18) Los verbos \"salvará\" y \"levantará\" no sugieren una acción dirigida exclusivamente, o sobre todo, a la curación física, pero en un cierto modo la incluyen. El primero verbo, aunque en las otras ocasiones en aparece en la Carta se refiere a la salvación espiritual (cf. 1, 21; 2, 14; 4, 12; 5, 20), en el Nuevo Testamento se usa también en el sentido de curar (cf. Mt 9, 21; Mc 5, 28.34; 6, 56; 10, 52; Lc 8, 48); el segundo verbo, aunque asume a veces el sentido de \"resucitar\" (cf. Mt 10, 8; 11, 5; 14, 2), también se usa para indicar el gesto de \"levantar\" a la persona postrada a causa de una enfermedad, curándola milagrosamente (cf. Mt 9, 5; Mc 1, 31; 9, 27; Hch 3, 7).
La misma orientación se observa en los ritos litúrgicos tanto occidentales como orientales. En una oración después de la comunión se pide que \"el poder de este sacramentoÂÂÂ nos colme en el cuerpo y en el alma\" (21). En la solemne acción litúrgica del Viernes Santo se invita a orar a Dios Padre omnipotente para que \"aleje las enfermedadesÂÂÂ conceda la salud a los enfermos\" (22). Entre los textos más significativos se señala el de la bendición del óleo para los enfermos. Aquí se pide a Dios que infunda su santa bendición \"para que cuantos reciban la unción con este óleo obtengan la salud del cuerpo, del alma y del espíritu, y sean liberados de toda dolencia, debilidad y sufrimiento\"(23).
Por lo que se refiere a los encuentros de oración con el objetivo preciso de obtener curaciones ÂÂÂobjetivo que, aunque no sea prevalente, al menos ciertamente influye en la programación de los encuentrosÂÂÂ, es oportuno distinguir entre aquellos que pueden hacer pensar en un \"carisma de curación\", sea verdadero o aparente, o los otros que no tienen ninguna conexión con tal carisma. Para que puedan considerarse referidos a un eventual carisma, es necesario que aparezca determinante para la eficacia de la oración la intervención de una o más personas individuales o pertenecientes a una categoría cualificada, como, por ejemplo, los dirigentes del grupo que promueve el encuentro. Si no hay conexión con el \"carisma de curación\", obviamente, las celebraciones previstas en los libros litúrgicos, realizadas en el respeto de las normas litúrgicas, son lícitas, y con frecuencia oportunas, como en el caso de la Misa pro infirmis. Si no respetan las normas litúrgicas, carecen de legitimidad.
Los cuidados de confort son una parte esencial de la atención médica al final de la vida. Son los cuidados que ayudan o reconfortan a una persona que se está muriendo. Los objetivos de esos cuidados son prevenir o aliviar el sufrimiento tanto como sea posible y mejorar la calidad de vida, respetando al mismo tiempo los deseos de la persona que se está muriendo.
Hay maneras de hacer que una persona que se está muriendo se sienta más cómoda. La incomodidad puede provenir de una variedad de problemas. Para cada uno hay cosas que usted o un proveedor de atención médica puede hacer, según la causa del problema. Por ejemplo, una persona que se está muriendo puede sentirse incómoda debido a:
La sequedad en partes de la cara, como los labios y los ojos, puede ser una causa común de incomodidad cuando una persona está cerca de la muerte. Un bálsamo labial podría evitar que esto empeore. Un paño húmedo colocado sobre los ojos cerrados puede aliviar la sequedad. Si el interior de la boca parece estar seco, darle a la persona trocitos de hielo (si la persona está consciente) o limpiarle el interior de la boca con un paño húmedo, una bola de algodón o una paletita cubierta con una preparación especial puede servir de ayuda. 153554b96e